Cómo prepararlo
fácilmente en casa
Desde muy antiguo el
queso fresco era alimento de pastores y campesinos. Hoy es sencillo encontrar
cualquiera de las variedades antes citadas en el lineal del supermercado,
disfrutando de gran cantidad de marcas, tamaños y variedades. Pero hacerlo
en casa es bien sencillo y gratificante, pues no necesitamos de
cuajos especiales ni reposos largos, pudiendo prepararse con o sin molde.
Por eso hoy vamos
a ver cómo hacer un pequeño queso fresco casero que os sorprenderá por su textura y sabor,
puesto que es bastante distinto al industrial que suele presentar una textura
más lisa y algo gelatinosa.
Para hacerlo vosotros
mismos solo necesitaréis de unos ingredientes bien sencillos, un
litro de leche fresca pasteurizada, cuarenta y cinco mililitros
de zumo de limón y un pellizco de sal. Este que os traigo hoy lo voy a
enriquecer con la mitad de un yogur natural y dos cucharadas de nata, que
podéis suprimir tranquilamente si no le queréis añadir más grasa que la que
trae ya la leche de por sí. Como instrumentos necesitaréis una olla alta, un
colador grande, una gasa como las de los pañales de bebé y un bol para recoger
el suero.
Comenzaremos
calentando el litro de leche que no puede ser de tetra-brick sino fresca pasteurizada,
de la que encontráis en las neveras de los supermercados donde los lácteos. A
fuego muy lento la iremos calentando hasta que comience a formar pequeñas
burbujas alrededor de la olla, en este momento la retiramos y la dejamos
reposar unos veinte minutos.
Cuando pase este
tiempo añadimos el zumo de limón, el yogur y la nata,
revolvemos para integrar los ingredientes y volvemos a dejarlo reposar otros
diez minutos.
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